La desatinada sexta temporada de
'Dexter', además de hacer perder credenciales a una de mis series favoritas de la parrilla actual, me supuso todo un bajonazo que a la postre consiguió que por primera vez afrontara una nueva entrega sin casi entusiasmo. Para mi sorpresa, dado que llegaba a esta
séptima temporada sin expectativa alguna, la cosa empezó muy bien, continuó mejor y me llevó a pensar que lo del año anterior sólo había sido una mala pesadilla de la que la serie había conseguido despertarse. Con la fe absolutamente recuperada, me disponía a ver la season finale, el
7x12 “Surprise, Motherfucker”, esperando una antesala de lujo para la que será la presumible temporada final. Una vez vista, sólo puedo lamentar que una temporada tan buena se haya rematado de manera tan desastrosa. 'Dexter' se ha quedado a las puertas de recibir la absolución.
Me reservo mis explicaciones para después del salto de barrera. Por lo que si todavía no has visto el final de la séptima temporada de ‘Dexter’, te recomiendo no seguir leyendo. ¡Spoilers!
Si tuviera que destacar una única cosa de esta temporada, sin duda alguna me quedaría con la consistencia y la coherencia narrativa que ha demostrado durante 11 semanas. Después de la experiencia del año pasado, volver a encontrarme con una temporada de 'Dexter' que iba creciendo capítulo a capítulo sin tener que recurrir a artificios de guión, me recordó a cualquiera de sus mejores etapas. Una hazaña que tiene aún más mérito si cuento el hándicap de andar en su séptimo año. La clave de esta consistencia la encuentro en que por fin han optado por modificar la fórmula modelo. Se acabó lo de darle una única trama principal a Dexter para marear la perdiz con los secundarios. Esta vez los Batista, Masuka y compañía han hecho lo que deberían haber hecho siempre: servir de acompañantes, sin necesidad de acaparar de más en pantalla. Lo que ha propiciado que todo el foco de atención, esta vez sí, haya recaído en el protagonista... y su hermana. Con una importante novedad: en vez de una única trama horizontal potente, le han colocado en varias que con el paso de las semanas han ido entremezclándose de manera satisfactoria. Lo que ha permitido avanzar hacia adelante cuando tocaba y no cuando no quedaba más remedio que hacerlo.
Un acertado cambio que puedo ejemplificar a la perfección en el papel del villano principal. Un Isaak Sirko (interpretado por un soberbio Ray Stevenson) que ante todo pronóstico se cayó del barco (literalmente) al final del noveno episodio. Después de cumplir con su cometido, se optó por cerrar su historia en el momento adecuado, en vez de alargar su estancia en Miami hasta el final de temporada como solía suceder siempre con un personaje así. Un cara a cara que ha sido breve pero intenso, dejando más de un gran momento para el recuerdo. Una de las razones de esta modificación en la fórmula, la encuentro en que la trama principal de la temporada por primera vez no era la del villano de turno, sino la del aliado. Mejor dicho, la de las dos aliadas. Empezando por Debra, hemos tenido a la hermanastra intentando corregir a su hermano, resignándose e intentando comprenderle, hasta que al final se ha metido tanto en el fango que no le ha quedado otra que cruzar la línea para salvarle. Sin duda alguna, una de las mayores sorpresas que me he llevado ha sido lo bien que han retratado la relación entre los hermanos tras el descubrimiento. Sólo espero que sigan rectificando, se olviden del "Debrazo" y no se vuelva a hablar sobre el tema en lo que queda de serie.
Con la alianza de Debra se contaba, pero no se puede decir lo mismo de la invitada sorpresa, Hannah McKay. Un personaje que parecía llegar para ser otra víctima más y que al final lo que ha hecho ha sido completar el currículum sentimental de Dexter. La inocente, la pirómana obsesiva, la vengativa, y finalmente, la asesina. También me ha gustado como han llevado esta relación, especialmente por la labor de espejo que ha supuesto Hannah para Dexter. Dos asesinos, cada uno con sus motivaciones y
modus operandi, pero que se demuestran estar hechos el uno para el otro. Muy bonito y muy macabro todo. Me alegro que hayan dejado la puerta abierta a su regreso. Una vez repasados los tres pilares de la temporada (Debra, Hannah e Isaak) en torno a los que ha girado el protagonista, me gustaría destacar otros aspectos positivos. Ha sido una temporada de las más regulares de la serie, donde se ha abusado menos del factor sorpresa que en otras ocasiones, pero porque en realidad era lo que pedía la historia. Un ritmo de narración más pausado, pisando el acelerador únicamente cuando la relación de Dexter con Debra o de Hannah con Dexter lo pedía. Y que encontró su punto álgido en aquella petición telefónica de la hermana al final del octavo capítulo. ¡Momentazo! Por si fuera poco las víctimas para saciar al Pasajero Oscuro no han estado nada mal, con especial mención al "minotauro" del laberinto y al pirómano fantasmagórico. Por no hablar de la sombra que ha estado planeando en todo momento: la investigación de Laguerta.
A partir de aquí es cuando me dispongo a nadar en aguas revueltas, explicando las razones que me han llevado a acabar tan decepcionado/encabronado con el final de temporada. No me voy a andar por las ramas: ha sido un capítulo malo. De los peores de la serie, a la altura de cualquiera de la temporada anterior. Y eso es lo peor que puedo decir de un capítulo de 'Dexter'. El guión, la dirección y el trabajo de los actores no han estado a la altura. Por ejemplo, las escenas de Laguerta deteniendo a Dexter en su casa, de Dexter atravesando la comisaría esposado o de Debra disparando a Laguerta me han cantado tanto que me ha impedido poder disfrutar como debería de tres momentos tan esperados y claves como eran éstos. En parte por la carencia de intensidad con la que estaban rodadas las secuencias, en parte por culpa de una mala dirección e interpretación del reparto. Jennifer Carpenter, por mucho que ahora reciba alabanzas por su trabajo, sigue pareciéndome un actriz demasiado irregular. A veces sí, pero otras tantas no. Sobre Lauren Vélez, para una vez que llega a primera plana, ha hecho justo lo contrario a lo que consideraría aprovechar una gran oportunidad. Al menos Michael C. Hall ha seguido tirando del carro.
En cuanto al guión, que es lo que realmente me ha provocado el mosqueo
que llevo encima, se ha caído por su propio peso a los pocos minutos de arrancar. No puedo creer que hayan vuelto a tirar por la vía
fácil a costa de la credibilidad (básica) de la serie y de tomar por estúpido al
espectador. Laguerta descubriendo las cintas de seguridad de la
gasolinera; Hannah consiguiendo fugarse sin vigilancia (su intento fallido de asesinato y la traición de Dexter es un borrón que viene del capítulo anterior); Dexter
encontrando a Estrada para luego sedarle en medio de un parque público; el propio Estrada sirviéndole en bandeja a Laguerta; Debra localizando vía GPS donde andaban Dexter y Laguerta para aparecer
instantáneamente y convertirse en la protagonista del desenlace. Son sólo algunos de los artificios de guión que han
hecho que el espíritu de la sexta temporada hiciera acto de presencia en
el peor momento de todos. Una serie como 'Dexter' no podía volver a
permitirse un lujo así. Lo que debería haber sido la antesala perfecta para calentar la que debería ser la última temporada (no me extrañaría que Showtime encargase una novena), ha acabado convirtiéndose en otra pesadilla. Me fastidia mucho que una de mis series favoritas vuelve a dejarme decepcionado y encabronado. Y por eso se ha quedado a las puertas de recibir mi absolución.
Lo peor de todo llega al comprender que sacarse todos estos conejos de la chistera tenía como máxima (o única) motivación llegar a presenciar como Debra elegía salvar a Dexter (y su propio culo) para desgracia de Laguerta. Ni siquiera la
muerte más esperada de toda la serie me ha entusiasmado como debería
haberlo hecho. Ver a Debra apretando el gatillo para luego correr y abrazar a Laguerta ha sido anticlimático, aunque nada como la posterior caminata de los hermanos bajo una gratuita lluvia de fuegos artificiales. Y si me pongo a pensar sobre la decisión de convertir a Debra en verdugo, claramente llego a la conclusión de que no era necesario, y para más inri, no tiene justificación alguna. Al menos no en este escenario. A título personal, considero que argumentalmente hubiera sido más atractivo comenzar la octava temporada con el protagonista lidiando con las consecuencias de una muerte fuera del código. Claro que si sucedía eso nos quedábamos sin nuevo conflicto para los hermanos. Por cierto, no me olvido del regreso del Sargento Doakes, pero casi que prefiero obviarlo. Innecesario y decepcionante, como casi todo lo demás. Y con esto también me refiero a la reapertura del caso del Carnicero de la Bahía. Una lástima. De verdad. ¿Y ahora qué? Pues a esperar a la octava y última temporada para presenciar que nuevos trucos de magia se les ocurren a los guionistas. A ver si con suerte uno de ellos sirve para poner a Dexter, de una vez por todas, a la carrera. Si es que finalmente lo hacen, claro.
Pensar que lo tenía todo a favor para estar frotándome las manos pensando en los últimos 12 capítulos de unas de mis series favoritas y darme cuenta que en realidad voy a afrontar el último parón de 'Dexter' con una gran indiferencia.
"Surprise, motherfucker".