A partir aquí, sólo recomiendo leer a los que hayan visto el final de la sexta temporada. Diez días después de su emisión, no debe faltar nadie por hacerlo. ¡Atención Spoilers!
En palabras de Weiss & Benioff, ahora mismo tienen planeado acabar la serie tras 13 episodios más. Todo apunta a que la séptima temporada tendrá 7 entregas mientras la octava concluirá con 6. Todavía falta la confirmación oficial por parte de HBO, pero el plan definitivo no variará mucho.
A diferencia de años anteriores, la sexta temporada prácticamente no ha introducido nuevos personajes, siendo la pequeña Lyanna Mormont la que más ha aprovechado su escaso tiempo en pantalla (apenas 10 minutos) para ganarse un hueco destacable y, sobre todo, el respaldo y cariño de los fans. Aparte de la prima de Jorah, una nueva Melisandre apareció por sorpresa ante Tyrion y Varys para sumarse al barco de Daenerys y recordar la historia detrás del origen de la Araña y la voz que escuchó (y que aún le perturba). Nunca más se supo de este personaje. En este repaso debería incluir al personaje interpretado por el gran Ian McShane, aunque su relevancia fue radicalmente opuesta al bombo que se dio a su fichaje, más allá de que sirviera para traer de vuelta al Perro. En definitiva, por primera vez, ‘Juego de Tronos’ no se ha visto plagada de nuevos personajes.
El incremento de escenas con grandes derroches de efectos especiales. Un punto que puede resumirse en que los dragones, muy creciditos, casi que han aparecido más que en las cinco temporadas anteriores juntas. Los Caminantes Blancos han vuelto a salir lo justo y necesario, pero al igual que en Casa Austera lo hicieron en todo su esplendor. Un factor que tiene mucho que ver con el incremento presupuestario experimentado por la serie. Se dice que la primera temporada costó alrededor de 60 millones de $ y que esta sexta ya ha rondado los 100 millones de $. Cada vez falta menos para el Fuego vs Hielo que servirá de colofón a la historia y dejará las arcas de HBO tiritando.
De repente, los traslados de personajes de un punto a otro del mapa ya no roban más tiempo del estrictamente necesario. Algo que ha quedado más que reflejado con el viaje relámpago de Varys a Dorne y vuelta a Meereen, en un solo capítulo, para acompañar a su Reina hasta Poniente. Otro ejemplo, Arya partiendo de Braavos para vengarse de Walder Frey en los Gemelos. Que conste que no me parece mal del todo, siempre y cuando las líneas temporales no se descoloquen demasiado.
Las visiones de Bran. Por un lado, están sirviendo para cerrar agujeros del pasado, pero por el otro también tiene un componente premonitorio, como bien ha quedado demostrado con la explosión de Desembarco del Rey. De sus visiones sobre el futuro sólo queda por presenciar la llegada de los dragones a la Capital, pero del pasado aún falta por saber en qué momentos clave intervino el nuevo Cuervo de Tres Ojos. El papel de Bran en la recta final parece claro: cerrar cabos sueltos. Y tampoco me parece que queden demasiados… una vez la identidad de la madre de Jon Snow ha sido finalmente revelada. Del mismo modo, merece la pena destacar que la premonición de Melisandre en relación a la gran victoria en el Norte ya se ha cumplido también. Le queda la de Arya...
A los buenos empiezan a salirles las cosas. En uno de mis dos repasos a esta sexta temporada, me centré en que a los Stark parecía irles mejor que en las cinco temporadas anteriores. Una sensación confirmada tras la recuperación de Invernalia, la coronación de Jon o el regreso de Arya a Poniente para seguir tachando los nombres que aún quedan en su lista de la venganza. Por otra parte, Tyrion, que a mi parecer ha estado fuera de juego a lo largo de toda la temporada, por lo menos ha cumplido su sueño de tocar un dragón... y en el tiempo de descuento se ha convertido en Mano de la Reina. Brienne, Pod, Bronn, Ser Davos, Tormund, Yara, Meera, Sam o Gilly, siguen vivos... que no es poco.
Los “villanos” han salido mal parados este año, pero no han sido los únicos. Al final al cabo, Rickon, Osha, Verano, Viento Gris, el Cuervo de Tres Ojos, los Niños del Bosque y Hodor también corrieron la misma suerte. Casi me olvido de la limpia de las Serpientes de Arena al principio de la temporada (y como para no hacerlo): Doran Martell, su hijo Trystane y el guardaespaldas cuyo nombre nunca aprendí. Haciendo recuento, casi una treintena de nombres han sido borrados del elenco para las dos últimas temporadas. Lo que toda la vida ha venido llamándose “soltar lastres”.
Se acerca el final del Juego, aunque aún faltan nueve meses para presenciar el penúltimo asalto. Mientras tanto, me consuelo pensando que aún me quedan casi dos temporadas de revisionado (ya ando por la mitad de la quinta). Un revisionado que, por cierto, recomiendo a cualquiera. Lo estoy gozando casi tanto como si estuviera viendo la serie por primera vez. Ahí lo dejo.
En resumen, una excelente temporada, no la mejor en eso estoy de acuerdo, y que ha tenido la gran virtud de dejar a GOT limpia de polvo y paja y lista para emprender el tramo final, esos famosos trece capítulos -he leído que van a ser de 90 minutos de duración- que todos los seguidores estamos deseando ver.
Ha sido una temporada con momentos absolutamente brillantes como la Batalla de los Bastardos o la venganza de Cersei en el excepcional último capítulo -uno de los mejores de Juego de Tronos- y que me recordó al inolvidable final de El Padrino. Vamos, que sólo me faltó ver a la Reina Madre acariciando un gato mientras sus enemigos iban cayendo uno a uno.
Mi principal decepción ha sido el corto trayecto del gran Ian McShane en GOT pero bueno, si ha servido para que recuperemos al Perro, bienvenida sea su breve aparición.
Y a partir de ahora, a contar los días que quedan para la llegada del Invierno.